Estimada Relatora Especial sobre las medidas económicas unilaterales y coercitivas y sus efectos en los países:
““La única forma previsible de alienar el apoyo interno es mediante el desencanto y la desafección basados en la insatisfacción económica y la penuria..
… debe recurrirse de inmediato a todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba. Si se adopta tal política, debe ser el resultado de una decisión explícita que dé lugar a una línea de acción que, aunque tan hábil e inadvertida como sea posible, haga los mayores estragos en la negación de dinero y suministros a Cuba, que reduzca los salarios monetarios y reales, que provoque hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Lester Mallory, subsecretario adjunto de Estado para Asuntos Interamericanos
Memorando “La decadencia y caída de Castro”, 6 de abril de 1960
Memorandum “The Decline and Fall of Castro”, April 6, 1960
Mi nombre es Gloria La Riva, soy directora del Hatuey Project (Health Advocates in Truth, Unity and Empathy). Nuestro comité es completamente voluntario, con muchas y muchos jóvenes activistas dedicados que recaudan fondos para comprar ayuda humanitaria para Cuba y trabajan para educar al pueblo de Estados Unidos sobre el bloqueo que su gobierno ha impuesto a la isla por los últimos 63 años.
Le escribo como alguien que ha visto personalmente ejemplos de los efectos nocivos que ha tenido el bloqueo sobre los derechos humanos del pueblo cubano —jóvenes y mayores, hombres y mujeres— en cuanto a su salud, sus condiciones socioeconómicas y otros aspectos. Estos efectos dañinos se deben exclusivamente a las medidas económicas de larga data del gobierno de Estados Unidos, que es más correcto denominar como “bloqueo”. El bloqueo es un compendio de decenas de medidas, entre ellas leyes como la “Ley Torricelli” de 1992 (Cuban Democracy Act, CDA), firmada por el presidente republicano George H. W. Bush, y la “Ley Helms-Burton” de 1996 (Helms-Burton Act, HBA), firmada por el presidente demócrata Bill Clinton, así como más de 240 medidas firmadas por el presidente Donald Trump durante su primer mandato. Es mucho más que un embargo comercial entre dos países.
La más dañina de todas es la designación por parte del gobierno de Estados Unidos de Cuba como “Estado patrocinador del terrorismo” (State Sponsor of Terrorism, SST). Aplicada principalmente durante los cuatro años del mandato del presidente Biden y continuada bajo el presidente Trump, esta designación no tiene absolutamente ninguna justificación legal ni moral y es impuesta unilateralmente por el gobierno de Estados Unidos a cuatro países: Cuba, Irán y la República Popular Democrática de Corea (Democratic People’s Republic of Korea, DPRK). Siria fue posteriormente retirada de la lista por la administración Trump tras el derrocamiento del gobierno de Bashir al-Assad.
En el momento en que la condición de SST fue restablecida en enero de 2021, tuvo un efecto inmediato y abrumadoramente devastador. Sus impactos negativos no pueden exagerarse. La designación de SST impide que cualquier banco del mundo que forme parte del sistema SWIFT pueda realizar transacciones con Cuba o con cualquier organización que lleve la palabra Cuba en su nombre. En el sistema SWIFT participan 200 países y territorios y 11,500 instituciones bancarias. Prohibir a Cuba realizar transacciones con estas instituciones literalmente corta a Cuba del mundo financiero, comercial y económico.
Ha causado un daño total y severo, y los efectos se acumulan día a día. Es la causa principal del éxodo extraordinario de cientos de miles de ciudadanos cubanos en los últimos años. Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (Customs and Border Protection, CBP), desde enero de 2022 hasta septiembre de 2024, más de 850,000 cubanos han ingresado a Estados Unidos. No existe medida, ni acontecimiento político o social alguno, que explique un éxodo tan drástico, aparte de la designación de SST y el estrangulamiento sin precedentes de la economía cubana. Se trata de una emigración puramente económica, provocada por el corte de las necesidades más esenciales de la población mediante la imposición deliberada de la designación SST por parte del gobierno estadounidense, con ese objetivo.
Para dar un ejemplo concreto de la exclusión total de Cuba de la actividad comercial con el mundo debido a la SST:
El Hatuey Project decidió ayudar a una comunidad de la provincia de Guantánamo que quedó devastada por el huracán Oscar en octubre de 2024. Decidimos proporcionar materiales de construcción que permitieran a 42 familias del poblado de Macambo, cerca de San Antonio del Sur, en Guantánamo, reconstruir las viviendas y pequeñas fincas que habían perdido por causa del huracán. Sus hogares quedaron arrasados. El día del huracán, debido a la falta de combustible que el país necesitaba para mantener en funcionamiento las termoeléctricas —por culpa del bloqueo—, toda Cuba quedó sumida en la oscuridad total durante cuatro días. Eso significó que la gente de Macambo —que en condiciones normales podría haber sido evacuada— quedó a merced del huracán y, sobre todo, de las inundaciones récord que experimentó la zona. En la oscuridad absoluta, las y los residentes no podían ni siquiera ver sus alrededores para escapar de las aguas crecientes. Siete personas murieron allí, una tragedia totalmente evitable. Cuba es famosa por el número extremadamente bajo o inexistente de muertes durante los huracanes. La importación de petróleo para el sistema eléctrico está tan reducida al mínimo que el único barco que transportaba combustible para las plantas no pudo atracar debido a la tormenta que se avecinaba. Cuando una planta se apagó, todo el sistema colapsó. El trabajo heroico de las y los trabajadores eléctricos devolvió el sistema cubano a la normalidad en solo cuatro días.
Visité la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras en Matanzas y me reuní con las y los trabajadores y la dirección. Un joven me dijo: “Cuando entramos durante un apagón, no salimos hasta que se restablece el servicio”. En esa ocasión, estuvo allí cinco días. Trump cortó de hecho los envíos regulares de petróleo de Venezuela en 2019, amenazando con sancionar a las compañías estadounidenses de seguros si aseguraban los buques petroleros que venían de Venezuela.
Este pasado 29 de octubre, con el huracán Melissa no hubo pérdida de vidas gracias a la Defensa Civil, los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas y las propias comunidades.
Después del huracán Oscar en 2024, el Hatuey Project propuso trabajar con la Asociación Nacional Italia-Cuba, con sede en Italia, para que, juntas, ambas organizaciones pudiéramos aportar más recursos para la compra de materiales de construcción para las 42 familias de Macambo. Los recursos de ambas organizaciones son limitados, por lo que nos concentramos en esas familias. El Hatuey Project aportaría$ 47,000 para las 1,008 planchas —16,783 kilos— de techos de chapa metálica de 1 m x 4 m, y la Asociación Italia-Cuba aportaría $31,000 para las 23.2 toneladas de varillas necesarias para la construcción. Ambos materiales se enviarían desde Miami en contenedores marítimos que llegarían en dos días al puerto de Mariel y de allí serían trasladados por carretera a Guantánamo.
Dos obstáculos se interpusieron en nuestro camino y hasta el día de hoy han negado a las familias de Macambo el derecho humano básico a la vivienda, a la seguridad personal y a su medio de vida. Con sus pequeñas fincas arrasadas y sin hogar en su comunidad, han tenido que vivir con familiares en otros lugares o en albergues durante todo este año.
Obstáculo n.º 1: El Hatuey Project ha logrado obtener varias licencias de exportación de ayuda humanitaria a través del Departamento de Comercio de Estados Unidos (United States Department of Commerce), todas concedidas durante la administración Biden. Tenemos una licencia que permite la exportación de techos de chapa metálica, además de tornillos, generadores, taladros, ventanas, madera y cemento. Con esa licencia enviamos las 37,000 libras (16,783 kilos) de las planchas de techos de metal al puerto de Mariel en Cuba. Las planchas ya llegaron a Guantánamo. Pero para reconstruir las viviendas son esenciales las 23.2 toneladas de varillas, que refuerzan las paredes y minimizan los daños en caso de futuros huracanes.
Cuando enviamos la factura proforma a la Asociación Italia-Cuba para que pagara las varillas según lo acordado, fueron totalmente bloqueados por los bancos. ¿Por qué? Porque Cuba está incluida en su nombre y ningún banco quiere tocar una transacción de ese tipo, ni en Italia ni en Estados Unidos. Buscamos en Canadá y México la posibilidad de comprar las varillas allí. Nuevamente, ningún banco aceptó realizar esa transacción. Eso se debe exclusivamente a la falsa designación de “Estado patrocinador del terrorismo” impuesta por Estados Unidos.
Hasta el día de hoy, la comunidad no tiene las varillas y las casas no se han construido.
Esto contradice la afirmación del gobierno estadounidense según la cual las licencias de exportación concedidas por Washington satisfacen las necesidades de Cuba. La negación de una licencia de exportación claramente humanitaria para reconstruir viviendas tras un huracán, la amenaza de incautación automática de los fondos de una entidad por parte del gobierno de Estados Unidos por el simple hecho de que en la transacción deseada aparezca la palabra Cuba, constituye un bloqueo total de la capacidad de Cuba para comerciar con el mundo a fin de cubrir necesidades esenciales. Es una extensión extraterritorial de las medidas coercitivas que obliga al mundo entero a actuar en contra de Cuba. Es una violación del derecho de la organización donante a cumplir su misión solidaria. Niega de manera automática que una donación vital llegue al pueblo cubano. Cada transacción que Cuba intenta realizar para la compra de medicamentos, alimentos o piezas de repuesto es rechazada. Esto no es otra cosa que castigo colectivo contra toda la población cubana.
Ahora, tras el paso del huracán Melissa un año después, los daños desde Oscar se han multiplicado en el oriente de Cuba.
Obstáculo n.º 2: En el pasado, cada una de nuestras solicitudes de licencias de exportación presentadas al Departamento de Comercio de Estados Unidos fue aprobada durante la administración Biden, ya fuera para alimentos, materiales de construcción, medicamentos contra el cáncer o medicamentos para pacientes con quemaduras. Como necesitábamos una licencia para exportar las varillas, además de cable eléctrico y otros materiales de construcción, el Hatuey Project solicitó una nueva licencia en enero de 2025.
Por primera vez, con la nueva administración, nuestra solicitud de licencia fue denegada por el Departamento de Estado de Estados Unidos (United States Department of State). Para que una solicitud de licencia humanitaria presentada al Departamento de Comercio sea aprobada, debe ser revisada y recibir luz verde de nada menos que el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa (United States Department of Defense), el propio Departamento de Comercio y el Departamento del Tesoro (United States Department of the Treasury).
La denegación de nuestra solicitud de licencia de ayuda humanitaria fue decisión del Departamento de Estado, encabezado por el secretario de Estado Rubio. Fue una decisión motivada políticamente. Quienes sufren las consecuencias son el pueblo cubano.
Tanto la SST, que impide a la organización italiana comprar las varillas, como la denegación por parte del gobierno de Trump de nuestra última solicitud de licencia de ayuda humanitaria, niegan de manera directa a esas 42 familias el derecho humano fundamental a una vivienda. Imaginemos cuántas familias más carecen ahora de vivienda esencial a causa del huracán Melissa, además de los daños del huracán Oscar. ¿Cuántos obstáculos más impondrá Estados Unidos para bloquear la recuperación del país?
El gobierno de Estados Unidos afirma que las licencias humanitarias emitidas por Washington resuelven las necesidades del pueblo cubano y que el “embargo” no genera penurias. Eso es una completa mentira. Las y los funcionarios estadounidenses saben muy bien que el sistema de licencias es poco más que una curita para un país de 10 millones de habitantes. Funciona como una cortina para ocultar el efecto real, extendido y masivo de las medidas económicas unilaterales y coercitivas más prolongadas y severas que Washington haya ideado nunca.
Otro daño grave infligido al pueblo cubano es el impacto en el sistema de salud de Cuba.
En julio de 2022, una delegación del Hatuey Project viajó a Cuba para entregar cientos de frascos de vitaminas prenatales destinadas a mujeres embarazadas en los Hogares Maternos. Cuba cuenta con 133 de estos hogares en todo el país para brindar atención las 24 horas a mujeres embarazadas con riesgos de salud como diabetes, hipertensión, edad mayor de 40 años o embarazos múltiples. Durante esa visita, también fuimos al hospital pediátrico José Luis Miranda en Santa Clara. Las y los médicos nos dijeron que necesitaban medicamentos oncológicos. Nos tomó 18 meses obtener las necesarias licencias de exportación, conseguir patrocinio y asesoría de médicos oncólogos en Estados Unidos y establecer el Proyecto como cliente de grandes farmacéuticas y distribuidoras.
Con donaciones de simpatizantes, en julio de 2024 entregamos casi 60,000 dólares en medicamentos oncológicos e insumos. Los entregamos al Hospital Juan Manuel Márquez (JMM) en La Habana. En octubre de 2024 hicimos otro envío de medicamentos al JMM y al Hospital Pediátrico José Luis Miranda (JLM) en Santa Clara. En diciembre de 2024 hicimos otro envío de medicamentos contra el cáncer, esta vez al JMM y al JLM, y realizamos otra entrega en marzo de 2025, y nuevamente en agosto de este año.
Son literalmente medicamentos que salvan vidas. Pero, a pesar de nuestros mayores esfuerzos y de los aportes de muchas personas y organizaciones, somos dolorosamente conscientes de que se trata de una gota en el océano.
Ningún volumen de solidaridad médica puede satisfacer ni remotamente las necesidades más básicas de los departamentos de oncología pediátrica, que son varios en Cuba, no solo el JMM y el JLM. Cuba no puede depender únicamente de la solidaridad. Debe tener derecho a ingresos libres de medidas coercitivas unilaterales, ya sea mediante divisas obtenidas por el turismo, por los servicios de su personal médico en el exterior o por exportaciones de otros bienes que produce. Debe poder comerciar libremente con el mundo, comprar y vender productos esenciales.
Pero lo más revelador es que, antes de la camisa de fuerza de la SST, Cuba producía muchos de sus propios medicamentos oncológicos a un costo mucho menor que comprándolos a una corporación estadounidense, como nos hemos visto obligados a hacer.
La doctora Marta Beatriz García, del hospital pediátrico José Luis Miranda, nos informó que hasta hace poco Cuba podía producir citarabina, ácido folínico (leucovorina), metotrexato, carboplatino, irinotecán, gemcitabina, por mencionar solo algunos.
La doctora García nos dijo hace muy poco: “Una niña de seis años, Amaya, un bebé de un año, y Víctor, de siete años; los tres están diagnosticados con leucemia linfoblástica aguda. Es el cáncer más frecuente en la infancia. Han podido recibir su tratamiento con metotrexato gracias a la leucovorina que el Hatuey Project ha donado, porque no hay materias primas en el país para producirla. (El metotrexato debe administrarse junto con la leucovorina). También nos hemos beneficiado con la citarabina que hemos recibido con estos gestos de amor y solidaridad”.
Los medicamentos contra el cáncer son extremadamente costosos en el mercado estadounidense y son indispensables para cualquier esperanza de supervivencia de una niña o un niño. La ciclofosfamida cuesta $287 por un solo vial. La dactinomicina es aún más cara: $515.49 por un frasco de una cantidad diminuta, 0.5 mcg.
En Cuba hay docenas de niñas y niños con leucemias, linfomas y otros cánceres. Sabemos que, solo en los dos hospitales a los que hacemos donaciones, éstas cubren únicamente a una parte de las y los pacientes. El bloqueo estadounidense está matando a niñas y niños cubanos. También está matando a mujeres y hombres adultos, al impedir que Cuba adquiera o produzca medicamentos. Según cualquier definición, el gobierno de Estados Unidos está cometiendo genocidio.
La administración Trump se propone devastar aún más el sistema de salud cubano. El secretario de Estado Marco Rubio ha declarado abiertamente su intención de intensificar las medidas económicas. Ha viajado a varios países de América Latina y el Caribe para exigir que expulsen a las y los médicos cubanos que brindan servicios en esos países. El objetivo es privar a Cuba de la divisa tan necesaria que el gobierno cubano recibe y luego utiliza para el sistema nacional de salud: para comprar medicamentos, suministros y materias primas para la producción farmacéutica nacional. Una parte de la divisa, alrededor del 25 %, va a las y los médicos cubanos. Ellos y ellas sirven de forma voluntaria y los ingresos que reciben también representan una contribución significativa a su bienestar y al de sus familias.
Tenemos muchos más ejemplos del impacto negativo de las sanciones.
He viajado a Cuba desde hace 40 años, comenzando en 1985. Vi a Cuba antes del derrumbe de la Unión Soviética, su principal socio comercial, cuando, a pesar del bloqueo estadounidense, Cuba mantenía un comercio equilibrado con la URSS y Europa del Este. Al poder comerciar —por ejemplo, petróleo por azúcar—, Cuba satisfacía las necesidades del pueblo en materia de vivienda, salud, alimentación, educación, cultura y más.
Incluso antes del derrumbe de la URSS, el gobierno de Bush presionó al presidente soviético Mijaíl Gorbachov para que cortara los lazos económicos con Cuba.
Para profundizar el asalto económico contra Cuba, Washington diseñó unas disposiciones que se convirtieron en ley en noviembre de 1992, la mal llamada Ley para la Democracia Cubana, conocida como la Ley Torricelli”(Cuban Democracy Act, CDA). George H. W. Bush la firmó como ley. Luego, la Ley Helms-Burton (Helms-Burton Act, HBA) fue promulgada por el presidente Clinton en marzo de 1996. Ambas violan el derecho internacional al amenazar con sanciones a cualquier país, empresa o banco del mundo que haga negocios con Cuba. En Washington se pensaba entonces que Cuba no podría resistir ni sobrevivir a la pérdida de sus principales socios comerciales en la URSS y Europa del Este. Pero fracasaron.
La resistencia del pueblo cubano, de las y los científicos, docentes y todas y todos los trabajadores, junto con el gobierno cubano, permitió que Cuba desarrollara una destacada industria biotecnológica y un industria de turismo, y que ajustara sus leyes y su economía para abrir nuevas fuentes de ingresos, como la exportación de servicios profesionales, la inversión extranjera y cierto trabajo por cuenta propia.
Pero el gobierno de Estados Unidos no ha renunciado a su estrategia de castigo colectivo contra el pueblo cubano mediante su abanico de medidas económicas, tal como propuso Lester Mallory, con el fin de provocar el “derrocamiento del gobierno”.
Cuba alcanzó por fin su plena independencia en 1959. A pesar de las enormes dificultades, el pueblo cubano no está dispuesto a ceder ante la extorsión, el castigo colectivo y las medidas genocidas. Continuará defendiendo su soberanía e inspirando al mundo.
Lo que se necesita es que las Naciones Unidas hagan cumplir la Resolución A/80/L.6 sobre la “necesidad de poner fin al embargo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba”.
Muchas gracias.
Gloria La Riva
Por el Proyecto Hatuey
